Lo encontré
acá, viene de
acá y acá va:
Feliz día del
periodista precarizado
Por Bruno Bimbi*
Hay noticias que
la mayoría de los medios —o quizás todos— nunca te van a contar. Ni los medios
oficialistas, ni los opositores, ni los demás. Hoy es el día del
periodista y muchísimos periodistas, en distintas redacciones, trabajan en
negro. Las empresas abusan de figuras tales como “colaborador” y “pasante” para
tener profesionales haciendo el mismo trabajo que los demás, pero por mucho
menos dinero, sin obra social, sin aportes jubilatorios, sin vacaciones pagas,
sin aguinaldo, sin derechos gremiales y sin estabilidad laboral. Obvio: esa
noticia no sale en los diarios. Ni en los oficialistas, ni en los opositores,
ni los demás. Hay cosas en las que los dueños de casi todos los medios están de
acuerdo.
La ley 12.908,
más conocida como Estatuto del Periodista, promulgada por Perón en 1946,
establece en su artículo 2º que “se consideran periodistas profesionales a
los fines de la presente ley, las personas que realicen en forma regular,
mediante retribución pecuniaria, las tareas que les son propias en
publicaciones diarias, o periódicas, y agencias noticiosas. Tales el director,
codirector, subdirector, jefe de redacción, secretario general, secretario de
redacción, prosecretario de redacción, jefe de noticias, editorialista,
corresponsal, redactor, cronista, reportero, dibujante, traductor, corrector de
pruebas, reportero gráfico, archivero y colaborador permanente”, y más
adelante, en el mismo artículo, aclara que “se entiende por colaborador
permanente aquel que trabaja a destajo en diarios, periódicos, revistas,
semanarios, anuarios y agencias noticiosas, por medio de artículos o notas, con
firma o sin ella, retribuidos pecuniariamente por unidad o al centímetro,
cuando alcance un mínimo de veinticuatro colaboraciones anuales”.
¿Qué significa eso de las veinticuatro
colaboraciones anuales?
En todos los medios
hay colaboradores ocasionales que realizan notas, entrevistas, columnas u otro
tipo de trabajo de manera no permanente, por varias razones: puede tratarse de
periodistas que trabajan de manera independiente para varios medios, sin tener
vínculo fijo con ninguno, o inclusive profesionales de otras áreas que escriben
con cierta periodicidad sobre el tema de su profesión, sin ser empleados del
medio y sin que ese trabajo sea su principal fuente de ingreso. Sin embargo, la
ley fijó un límite para eso: si en un período de un año, una persona escribió
veinticuatro notas, debe ser incorporada a la planta como colaborador
permanente. O sea, en blanco, con todos sus derechos garantizados. Se buscaba
así evitar que pase lo que, violando la ley, pasa actualmente en casi todos los
medios: un alto porcentaje del plantel periodístico está irregular, escondido
tras la figura de “colaborador”. Según un fallo de la Cámara Nacional
del Trabajo que ya tiene varias décadas, “la incorporación de un colaborador al
régimen del periodista profesional se determina en forma objetiva por la
intensidad de sus prestaciones, fijados legalmente en un mínimo
de 24 colaboraciones por año; no obsta la concurrencia
discontinua o el pago no sujeto al cumplimiento de horario determinado” (CNTr.,
1 *, 10/2/72, 11 149-25).
Pero, ¿qué importa lo que diga la Cámara Nacional
del Trabajo? ¡Esto es Argentina!
Cuando empezás a trabajar en un
diario, la mayoría de las veces es así. Provisoriamente, quizás para siempre.
Los “colaboradores” son obligados a inscribirse en la AFIP como monotributistas,
cobran un precio unitario por nota publicada o un fijo arreglado verbalmente y,
además de no gozar de ninguno de los derechos laborales y sociales que la ley
les garantiza, deben pagar el monotributo e Ingresos Brutos. En algunos casos,
cuando cumplen las 23 colaboraciones, los editores les dicen: “No te puedo
publicar nada más por ahora” y esperan a que pase el año, para seguir
publicándoles. Durante ese período, no cobran nada, y cuando se vence el año, les
vuelven a publicar, siempre como colaboradores no-permanentes. En otros casos,
las empresas les siguen publicando las notas, haciendo de cuenta que las 24
colaboraciones nunca se cumplieron. Total, no pasa nada. El sindicato (una
entidad que dice llamarse “Utpba” y nadie sabe muy bien a qué se dedica) no
hace nada y el Ministerio de Trabajo tampoco, así que esa situación irregular
puede mantenerse, provisoriamente, para siempre. Algo parecido ocurre con los
pasantes, pero generalmente es peor: se sientan en la redacción al lado de otro
periodista que cumple el mismo horario y desempeña las mismas tareas, pero
ellos reciben muchísimo menos. Y un día, de repente, les dicen: listo, gracias,
no vengas más. Repito: el sindicato y el Ministerio de Trabajo no hacen nada.
Ni con los medios oficialistas, ni con los opositores, ni con los demás. Parece
que en eso también, están todos de acuerdo. ¿Y cómo no van a estarlo, si el
propio Estado —nacional, provinciales y municipales— tiene miles de
trabajadores en negro con el mismo sistema: monotributistas con factura y sin
derechos. Es la regla en el Estado, ¿cómo controlar a los privados? Vos no
digas nada, yo tampoco. Una mano lava a la otra.
En mi último trabajo, en un
diario que no existe más, que no nombro únicamente porque estoy en juicio con
el empresario que lo llevó a la quiebra, trabajé durante más de dos años como
“colaborador”. Cuando la empresa empezó a caminar hacia el precipicio, cada vez
más rápido, los primeros que dejamos de cobrar fuimos nosotros. Primero nos
dijeron que había un problema, pero quedate tranquilo, que en quince días como
máximo cobrás. Después nos dijeron que el mes que viene cobrás los dos meses
juntos, quedate tranquilo. Después que quedate tranquilo que en un mes o dos
esto se soluciona. Cuando ya nos debían cuatro meses —y ni el sindicato no el
Ministerio de Trabajo hacían nada, repito otra vez—, tomamos la iniciativa de
organizarnos. Con la ayuda de colegas y de varios editores logramos contactar a
la mayoría de los colaboradores y les mandé a todos una planilla para hacer un
censo. El primer corte del censo daba resultados increíbles: nos debían más de
200 mil pesos, hacíamos cada semana entre el 25 y el 30% del diario, éramos más
de 30 personas, buena parte estábamos desde el primer mes, la mayoría habíamos
superado por mucho las 24 colaboraciones —¡algunos habían superado las 240!— y
no cobrábamos hacía varios meses. A mí me echaron. Al final, en pocas semanas,
echaron a todos. El diario ceró y nadie cobró nada.
Esa situación se repite en
distintas redacciones de diarios y revistas. Están todos tan acostumbrados que
parece normal. Trabajadores que retroceden en sus derechos al período anterior
al primer peronismo. En negro. Sin vacaciones. Sin obra social. Sin aguinaldo.
Sin aportes jubilatorios. Sin derechos gremiales. Sin obra social. Son
periodistas, pero ningún medio te lo cuenta.
No es noticia.
Toda esa gente son mis
compañeros. Feliz día.
*Bruno Bimbi (33) es
periodista, profesor de portugués, máster en Letras por la Pontifícia Universidade
Católica do Rio de Janeiro y doctorando en Estudios del Lenguaje en la misma
universidad. Actualmente coordina la campaña por el matrimonio igualitario en
Brasil. Es activista de la
FALGBT y autor del libro “Matrimonio igualitario” (Planeta,
2010). Escribe el blog Tod@s en la web de TN.
En otro orden de cosas, o no tanto, hoy hay fiesta del gremio
en Alsina 1762, en la Asociación Argentina
de Actores. A las 21, 20 pesos la entrada (incluye vaso de vino o gaseosa y ¡dos empanadas!).